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NO SE PUEDE COSER CON UNA AGUJA DE DOS PUNTAS

En el Tibet, se cuenta la historia de un perro que vivía entre dos monasterios separados por un rio. Un día, al oír la campana que anunciaba la hora de la comida en el primer monasterio, echó a nadar para cruzar el río. Cuando estaba a medio camino, oyó la campana del otro monasterio y dio media vuelta, de manera que no llegó a tiempo a ninguna de las dos comidas ...


La indecisión puede ser contraria a toda realización. Atormentados por las posibles situaciones futuras, incapaces de tomar una decisión, apenas nos hemos resuelto por fin a actuar cuando nos hallamos sumidos de nuevo en la duda: ¿ no sería mejor otra acción a la que acabamos de emprender? En muchísimos casos, la espera y el temor que nos desgarran son la expresión de la inseguridad profunda ante un futuro poblado de esperanzas y de miedos.
La indecisión y el inmovilismo que ésta engendra constituyen pues, un considerable obstáculo para la búsqueda de la felicidad. Los aplazamientos no son muestra de una reflexión sensata ni de una duda legítima, sino de una vacilación paralizadora y de un cavilar ansioso estrechamente vinculados al sentimiento de la importancia de uno mismo.
A fuerza de estar preocupados por nosotros mismos, nos encontramos siempre divididos entre la esperanza y el miedo. Estos últimos monopolizan la mente y oscurecen el juicio, perpetuamente desgarrado entre varias soluciones.
A quien esta menos obsesionado por si mismo le resulta fácil examinar objetivamente los pormenores de una situación, tomar una decisión y ejecutarla con determinación. Cuando la elección no es evidente, mantenerse un tanto distanciado de los acontecimientos venideros permite decidir sin quedarse paralizado en la irresolución o el miedo.
Se dice que el sabio actúa poco, pero que, una vez ha decidido pasar a la acción, su decisión es como una palabra grabada en la roca.


Aquí y Ahora
RafaEsteve

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