La escena era muy bella. El padre estaba dentro de la piscina, bajo el sol del verano, sonriendo, y haciendo con las manos el ademán de " sígueme ", mientras alentaba a su hija, de unos cuatro años, a que nadara hacia él. Obviamente, era la primera vez que la niña se soltaba del bordillo de la piscina y se aventuraba a la parte honda... sin flotador...! "¡Dame la mano!", decía ella, entre temblorosa y sonriente... Es curioso como se entremezclan las emociones cuando uno supera las fronteras de nuestra zona de comodidad... "Tómala", decía el padre, retrocediendo disimuladamente mientras la pequeña avanzaba... " Papá, te etas moviendo...! "¡ Papá, no puedo, no puedo ... !" gritaba ella entre extática y temerosa " Que sí, hija. Si ya me has alcanzado casi... un poquito mas... un poco mas, vamos, vamos...!", la continuaba animando él. Y así, todo el largo de aquella piscina... Brazada a brazada Brazada a brazada...